TRUFAS DE CHOCOLATE














Cada semana visitaba a mis padres, un día a principios de 1979, la perrita de la vecina (una preciosa pekinesa) había tenido varios cachorros de papá desconocido, todos ellos encontraron dueños a excepción de la última en nacer, era el “patito feo”.

Estaban dispuestos a sacrificarla curiosamente ése mismo día, me lo comentaban cuando la cogí, cabía en mi mano, era muy pequeña, de color marrón castaño, más bien tirando a oscuro, casi sin pelos, con los ojos aún cerrados, parecía una trufa. Así la llamé, fue mi Trufa durante 18 años.

La crié llevándomela en un pequeño bolso que compré especial para ella, un capazo bien mullidito, a base de leche materno infantil, que con la ayuda de las compañeras de la oficina le suministrábamos en el baño de señoras de la empresa en la que trabajé durante tantísimos años (no me podían decir nada, yo era la “jefa”); así transcurrieron algunas semanas, hasta que ya pudo valerse por sí misma.

No creció mucho, era pequeña, de color canela, ojos vivarachos, orejas cortas y muy inteligente, pero ante todo dulce, cariñosa y obediente, nunca dio problemas de comportamiento en ningún sentido; con los años cuando le cogía su carita con mis manos parecía un “gremlin” (de los buenos, eso sí).

Nos quiso y yo la quise como si fuese casi humana, así la sentía.

Con catorce años enfermó de cáncer, la operamos y aunque el resultado fue satisfactoria, lógicamente también por la edad comenzó un deterioro físico que se hizo extremo los últimos meses de vida, sus patitas traseras no le respondían y la hacía caer todo su cuerpo al piso, estaba ciega se tropezaba con todo y aparte de eso volvió a tener cancer de mamas.

Tuvo una vida llena de mis cuidados, de cariño, amor, de atención y mimos; y a pesar de resultarme sumamente doloroso tuve que decidir cuando detener su sufrimiento, pensé en su momento que era mas humano el evitarle a ese ser maravilloso una agonía que podía durar meses, a consecuencia de sus enfermedades y sus 18 años de vida.

Dolorosos momentos para mi y sobre todo para mi hijo mayor, hace ya 14 años que Trufa no está con nosotros.

Tenía que dedicarle una entrada, una receta en “Mi cocina” que era su cocina, donde disfrutaba de mis platos (le encantaba el puchero, los macarrones, las lentejas.......), qué mejor que ésta, dulce como ella y con su nombre: Trufa. ¡¡ la echo de menos !!

¿Como las hice?

En una cacerolita poner medio bote de leche condensada junto con treinta gramos de mantequilla y unos cuarenta gramos de chocolate en polvo o rallado.

Llevar a ebullición sin dejar de remover, durante dos o tres minutos.

Apartar del fuego y dejar enfriar, hasta que esté templado y se pueda trabajar con las manos.

Hacer bolitas y pasarlas por las virutas de chocolate (se pueden conseguir en cualquier supermercado).

Si con el paso de los días se endurecen, meterlas en el microondas durante medio minuto (personalmente me encanta comerlas templadas).

En recuerdo de mi perrita TRUFA, 18 años a mi lado.

11 comentarios

  1. Una historia preciosa, me he emocionado mucho. Creo que la gente que no tiene animal no pueden saber el cariño que se les coge. Un homenaje fantástico al igual que las trufas.
    Besines wapa

    ResponderEliminar
  2. Carmen, yo tengo un Westy al que llamo Aiko. Tiene 4 añitos, los hizo el diciembre pasado y no veas lo mucho que quiero a este animal. Este fin de semana tengo un viaje con mi hija y él se queda en casa con mi marido, no veas ya la angustia que tengo por no poder verlo en tres dias jajajaja. Que enorme cariño se les toma, forman parte de la familia como el que más.
    Y cuanto te dan ¿verdad?, cuanto cariño, cuanto amor, cuantos momentos lindos, cuanto te ries con ellos, y cuanta compañia te hacen.
    Entiendo muy bien que hayas dedicado esta entrada a tu perrita Trufa, después de tantos años, es totalmente comprensible que siga formando parte de vuestras vidas aunque ya no esté, y que se siga echando de menos....eso será siempre así, no cambiará nunca.
    Seguro que de estar aún contigo, alguna de estas trufas le hubiera caido ¿a que si?, sin abusar, pero unaaaaaaaaaaaaa...fijisimo que si :)
    Me encantan las trufas, y de las tuyas ya me metía al menos media docena entre pecho y espalda si pudiera.

    Un besote enorme , preciosa.

    ResponderEliminar
  3. Hola Carmen; que historia tan bonita, aunque tenga un triste final. Pero preparar estas deliciosas trufas en su honor ha sido una de las cosas más maravillosas que has podido hacer. Con todo el amor que le has brindado durante 18 años, los cuidados, los mismos... me encantan los animales; tuvimos una perrita que nos dejó con 15 años, también enfermita con un tumor en la barriguita. Sé lo que sientes. Y te entiendo.
    Unas trufas deliciosas, en todos los sentidos.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  4. Hola querida y guapa tu

    la verdad es que solo las personas que tienen algún "bichito" querido en casa lo comprende verdad ?, cuando nos dejan nos dejan un gran vacio

    gracias por compartir estas trufas, me encantan, mil petonets Susanna

    ResponderEliminar
  5. Qué nombre tan bonito tenía tu perrita, Carmen Rosa!! Y cómo se recuerdan las mascotas que fueron parte de la familia, ay.
    Estupendo relato y estupenda receta, como siempre, guapa.
    Besitos

    ResponderEliminar
  6. Carmen que bonita historia! me ha encantado yo tenía un golden retriever que, cuando me veia con la olla express en la mano vacía, se ponía de pie y movía el rabo como loco, él sabía que al cabo de un rato algún huesecillo le caia.

    ResponderEliminar
  7. Ohhhhhh que historia tan bonita, en encata. Las trufas son espectaculares, son un vicio total, me llevo una para mi cafelito preciosa. Ainss que golosillo está tu blog ultimamnete, que rico jajaja.
    Besitoss

    ResponderEliminar
  8. Una historia preciosa, la verdad que se lo coje mucho cariño y nos dan tanta compañia, la trufas tienen que estar de vicio una delicia total besos

    ResponderEliminar
  9. Entiendo perfectamente todo lo que cuentas, a mi me pasa algo similar con Joey. Mi perrillo "basurero" como yo le llamo. Le recogió una señora de la basura, con apenas tres días según el veterinario, y lo llevó a la tienda donde trabaja mi hijo, este lo trajo a casa a pesar de que sabia que yo no quería perros (tengo alergia asmática) . Solo seria unos días dijo,hasta que el amigo pudiese llevarlo al campo. Estaba enfermo, con fiebre, hambriento y lleno de pulgas. Lo pasé fatal cuando se puso enfermo, s ele paralizaron las tripas y se moría.
    El resto de la historia te lo imaginas, verdad?
    Pronto cumplirá un año y es el "consentio" de la family!!!
    La receta ideal, precisamente hace unos días elaboré yo una parecida... ya la compartiremos también.
    Saluditos paisana

    ResponderEliminar
  10. Ya te lo dije por Facebook, yo no dejo pa nadie, a no ser que tú me lo pidas...jejeje

    Qué bonita la historia de tu "trufa". A los animales se les puede querer más que a una persona. Seguro que la tenías como una reina. Lo malo es cuando nos dejan..el daño es mucho y difícil de curar.

    Un beso!

    ResponderEliminar
  11. Yo la conocí, era una perrita buena y cariñosa, pero lo que mas gracia me hacia de ella era su debilidad, venia como las balas al oir la palabra PIMIENTOS, increible que le gustaran tanto. Comprendo perfectamente lo que pasaste al perderla, pronto va a hacer un año en que yo tuve que tomar la misma decisión con mi Thai. ¿ por cierto sabes por que le puse ese nombre ? Porque me salia de la orejas la palabra THAILANDIA
    de tantas veces como me habias hablado de tu viaje allí.

    ResponderEliminar

Muchas gracias por visitar "Mi cocina", por escribir un comentario, lo cual me anima a continuar compartiendo lo que se cuecen por mis fogones y lo valoro enormemente.
Si tiene alguna duda o consulta, indiquelo, contestaré lo antes posible.