MACARRONES A LA CARBONARA (MACCHERONI ALLA CARBONARA)

Cuando alcen los vencejos, cenital, su desorden
y la tarde se ponga, de tan insoportable-
mente bella, del color de la lluvia,
dale a la desmemoria su espacio suficiente, y olvida
el descanso de ti, y olvídate de ti, y olvídame,
y ve con ellos, vete con la tarde.

Maria Victoria Atencia (Poeta malagueña)


Oigo ruidos extraños en el extractor, como si fuesen arañazos ¿mamá habrá ratones en la cocina?. ¡¡ Anda ya !! tú estás soñando, nunca ha habido ni una señal de roedores, ésa es tu imaginación, escuchas fantasmas. Yo no he escuchado nada absolutamente. Que sí, que sobre todo cuando ceno por las noches y la casa está en absoluto silencio, escucho como si anduviese algún animal por el extractor, es un sonido como de uñas pequeñas. 

No quería darle a entender que me preocupaba el comentario de mi hija, por lo que cada vez que entraba en la cocina intentaba agudizar el oído, estar pendiente. Sí comprobé que había caído sobre la placa pequeñas motas de polvo o cemento blanquecino, pero no le dí mayor importancia. 

Fue al segundo día, al poner el extractor lo escuché y me asusté, preocupada porque hubiese visitas nada deseadas, aunque no tuviese posibilidad de acceder a la cocina, no me gustaba que anduviera ningún animal nada higiénico. Retiré las tres placas y nada se podía ver, no había nada extraño. 

Durante dos o tres días pegaba porrazos en el extractor, hacía ruido, lo ponía a tope, al máximo poniendo cacerolas con agua a hervir intentando “asustar”o hacer que se marchara ésa visita no deseada….porque sí, escuchaba una y otra vez ésos “pasitos” arañando la chimenea de aluminio, hasta……que algo negro, como unas largas plumas asomó por la unión del metal y los blancos ladrillos. 

Grité llamando a mi marido. Ven, ven, rápido, hay algo dentro de la chimenea del extractor, es negro; ¡¡ que susto !! era verdad, hay un animal dentro. Cálmate, voy por la escalera y lo desarmo con cuidado a ver qué encontramos. 

Subió con los gruesos guantes puestos, la escalera y los destornilladores. Cerró la puerta de la cocina que da a la escalera y distribuidor de la casa y abrió de par en par la ventana y la puerta de la cocina que da al pequeño patio. 

Era un día soleado y los rayos de Sol entraba a raudales bañando parte de mi cocina con su luz. Con la calma que le caracteriza comenzó a destornillar y desmontar con sumo cuidado el aluminio que llega hasta el techo, el animal intentó salir, luchaba por escapar de aquel lugar que le había tenido preso, asomó un ala y por fin mi marido lo vio. Se quedó quieto, como esperando que lo liberara, mi marido lo puso en un paño sobre su mano, no estaba inquieto, ni nervioso, no parecía asustado, nos miraba y se dejó acariciar.
Era un pollo de vencejo, estaba gordito por lo que pensé que lo habían alimentado bien. 

Caminamos hacia el patio, mirando al Sur, al inmenso azul del cielo malagueño, abrió las manos y ante nuestra sorpresa y alegría el vencejo arrancó a volar, alzó el vuelo, se fue sin mirar atrás.

Y sé que algún día, cada año, volverá a su nido, a la chimenea de mi cocina, a su hogar. 

¿Saben que el vencejo, al igual que las golondrinas, llegan en la primavera a Málaga desde el Sur de Africa (países como Kenia e incluso Sudáfrica a donde vuelven a finales de Julio? 

Tardan 20 días en llegar hasta su destino donde permanecerán nueve meses sin posarse ni un solo momento (el vencejo no toma tierra en sus primeros tres años de vida, hasta que alcanza la edad de reproducción). Vuelan continuamente en giros acrobáticos constantes, jugando, “chirriando” y luchando con otros miembros de la colonia. 

Por cierto ¿saben que el vencejo vuela en altura y parte de su dieta es el aeroplancton? Es como el equivalente al plancton marino, microbios y un gran número de animales pequeños como artrópodos, insectos y arañas que son llevados a lo alto de la atmósfera por corrientes de aire y que el vencejo encuentra flotando a muchos metros de altura. 

Son los vuelos y sonidos que adornan el cielo de donde vivo, que dan alegría con sus agudos chillidos, sinónimo de verano, que disfruto observándolos cada mañana, cada tarde desde mi porche. Vuelos en los que se alimentan, duermen y los más jóvenes ojean posibles huecos donde anidar y poder reproducirse. 

He podido leer que a los vencejos les «encantan» los huecos de las tejas árabes, de edificios e iglesias, tejados a gran altura desde donde emprender el vuelo y las oquedades integradas en cualquier construcción, como mi casa. 

Se guardan fidelidad durante toda la vida y sienten un gran apego al viejo nido familiar, siendo capaces de orientarse hasta el punto de regresar y recordar año tras año su emplazamiento exacto: la chimenea de mi cocina. 

Así que tendré que decirle a mi hija, que si en unos meses, cuando ella se prepara su cena, en la tranquilidad de la cocina, generalmente pasta por cierto, si escucha “arañazos”o ruidos son nuestros amigos los vencejos. 

Ella es la que me ha enseñado a hacer la auténtica carbonara, como dice su amiga y compañera italiana: sin nata, sin crema ni leche, con yema de huevo y tocineta, queso parmesano y un truqui especial, un poco del agua de la cocción de la pasta. Y yo, seguí sus pasos, la receta que ella siempre se prepara (es una gran cocinera por cierto) y lo serví en su plato preferido.  Lo disfruté.
¿CÓMO LA HICE? 

INGREDIENTES PARA UNA PERSONA: 

100 grms. de macarrones, una yema de huevo, 50 grms. de queso pecorino o parmesano en polvo (en su defecto rallado), 50 grms. de panceta ahumada, sal, agua para cocer la pasta, aceite de oliva virgen extra y pimienta.
LOS PASOS A SEGUIR: 

En un cuenco poner la yema del huevo junto con la mitad del queso, mezclándolo bien con un tenedor hasta obtener una especie de pasta anaranjada. Reservar.

Cortar el bacon en trozos pequeños.  En una sartén echar cuatro cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra y freir a fuego medio el bacon hasta que esté dorado. Apartar del fuego y reservar.

En una cacerola poner a calentar agua a fuego fuerte. Cuando comience a hervir, introducir la pasta y un puñadito de sal, dejando cocer, removiendo de vez en cuando a fin de que no se peguen los macarrones al fondo, durante unos diez minutos aproximadamente (siempre siguiendo las instrucciones del fabricante), hasta que esté al dente.
Sacar un poco del caldo de la cocción e incorporarlo al cuenco junto con la yema de huevo y el queso batido, removiendo a fin de que se integren bien todos los ingredientes.
Una vez cocidos los macarrones, sacarlos de la cacerola escurriéndolos bien, reservando un poco del caldo de cocción. 

Incorporar los macarrones a la sartén junto con el bacon, espolvorear con pimienta recién molida, añadir la crema de huevo y queso, volviendo a poner la sartén a fuego medio, removiendo con cuidado para que no cuaje (si fuese necesario echar un poco más del caldo de cocción).

Añadir el resto del queso, remover bien a fin de que se integre a la pasta
 y una vez que se haya obtenido la textura deseada, emplatar y espolvorear con generosa cantidad de pimienta negra (o surtida) recién molida. 
Servir inmediatamente
 ¡¡ Buon appetito !!

8 comentarios

  1. Vaya susto con el vencejo, pensando que podía ser otro animalito, solo divertido en los dibujos animados, pero para nada en nuestras cocinas.
    Una receta auténticamente italiana, pues es cierto que ellos no emplean la nata y sus platos de pasta quedan cremosos con un poco del agua de cocción.
    Te han quedado fantásticos y el plato es muy bonito y alegre.
    Besos.

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    1. Buenos dias Ana....ni te imaginas los dos o tres días pensando que tenía "ratones" o algo peor en el extractor y en la chimenea de la cocina.
      No hay nada mejor que aprender de los "nativos" de cada pais y no fijarnos solamente en las recetas de los no autóctonos, es así y a veces no son tan auténticas como creemos o como debiera ser.
      Gracias.....el plato es de "mi niña", se lo regalamos exprofeso para ella.
      Besos

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  2. Querida Toñi: Qué bonita historia la del vencejo. Seguro que cuando estabas cocinando olió tu comida y quiso entrar a comer con vosotros. :) Qué listoooooo.

    Hacemos los espaguetis carbonara en casa y tengo libros de recetas que compré en Italia pero no había leído lo de añadirle agua de la cocción. Muy buena idea. La voy a guardar y la próxima vez seguiré tus pasos. Un fuerte abrazo y buen fin de semana guapa. Aaaaaahhh y como siempre felicidades.

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    1. Gracias Pepa por tus, siempre, cariñosas palabras.
      Lo del agua de la cocción por lo visto es muy habitual, lo hacen practicamente (por lo visto) con toda la pasta que preparar.
      Un fuerte abrazo.

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  3. Me ha encantado la historia del vencejo, y qué bonitos son!
    A nosotros hace un par de años, Dhana, mi labradora, nos sorprendió con un par de gorriones que se habían caído del nido, los cogió con muchísimo cuidado, pues los traía en la boca en perfectas condiciones, y nos los dejó a nuestros pies, así que los recibimos muy felices, y los criamos a papilla hasta que se hicieron mayores y los soltamos. Fue una experiencia preciosa!
    Y bueno, que decirte de la carbonara, una gran carbonara! en casa la hacemos igualita, con el agua y todo!
    Un besote!

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    1. Es que los labradores son muy especiales, los adoro, me encantan. Justo mi vecino de enfrente tiene dos hembras, dulces, preciosas, super cariñosas, me conocen nada más verme abrir la ventana de mi dormitorio, ellas sentadas en el porche me miran cada mañana con ésas caritas tan deliciosas. Escribí sobre la mayor en una de las entradas del blog.
      Yo cada año suelo criar algún que otro gorrión, raro es la primavera que no caen medio volando en mi patio o en el porche y los crio al mismo tiempo que vienen a darle de comer los padres. Siento verdadera pasión por ellos. Los alimento durante todo el año por cierto.
      Tu sí que sabes, eres una gran cocinera, una gran blogguer. Te admiro, lo sabes.
      Un abrazo.

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  4. Toñi, qué bonita historia la del vencejo, un animal tan asustadizo y dejarse de acariciar. Ojalá vuelva algún día a tu cocina.
    Los macarrones carbonara tienen una pinta riquísima y lo mejor es la buena acogida que tiene la pasta por los más jóvenes.
    Besos.

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    1. Carmina fue una experiencia increible ¿cómo el animalito después de tantos días con ése estres, sin poder salir, encajonado casi, se dejó coger, acariciar y volar alto? Fue bonito.
      Sé que volverán, cada año me da alegría ver los vencejos y las golondrinas....vivir en un lugar de baja densidad, con parques, bosques, tiene ésos maravillosos momentos: escuchar a los pájaros, a la naturaleza.
      Me alegra que te guste ésta carbonara, viniendo de ti, todo un gran cumplido.
      Besos.

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