CARACOLA DE MAR COCIDA
Yo soy un amateur del mar. Desde hace años colecciono conocimientos que
no me sirven de mucho porque navego sobre la tierra., Pablo Neruda.
No era cualquier playa, era “mi” playa, la del Palo, a principios de los
años 60, entre el tristemente desparecido merendero Casa Pedro y el de
Carrasco; era allí, cuando los días de temporales, cuando pegaba el levante, acudíamos
los chiquillos al rebalaje a pasear por la orilla, con los pies descalzos
acariciados por la espuma de la resaca, por los chinorros que a su antojo
removía el agua, agua con sabor a sal, ibamos a rebuscar entre flujo y reflujo de las
olas los “tesoros” marinos que nos regalaba la mar: caballitos de mar,
estrellas, conchitas de nácar, algas, caracolas, trozos de cristales pulidos de
aquellas botellas rotas con "mensajes perdidos".
Nada más ver las caracolas junto a mis pies, doblaba mi rodilla recogiéndola
y acercándola a mi oreja, oir el murmullo del mar, el canto de las sirenas e
intentar escuchar sus secretos. Aún
hoy en día, con nostalgia la sigo acercando a mi oído, me trae los sonidos de
mi niñez cargados de nostalgia, oigo el mar, el rumor de las olas, los susurros
cánticos de las sirenas, escucho atentamente esos secretos milenarios guardados
en el fondo del mar, las voces de los marineros, el vaivén de las algas
moviéndose al compás de las corrientes….secretos que saben a sal, que huelen a
salitre, a la mar, mi mar.
He de reconocer que a pesar de los años, sigo siendo aquella
niña….y me he vuelto con el paso de los años en una persona que disfruta de la “malacología”….sigo
recogiendo cualquier tipo de conchas marinas, tengo cientos, quizás miles sobre
todo de una que encuentro fácilmente en la misma orilla, la columbella es la que suelo regalar a mis amigos cuando me visitan como parte de mi gran
tesoro, como parte de mi, de mi tiempo, de los momentos que paso recogiéndolas en la orilla.
Un gran experto dde la malacología fue Ricardo Eliecer Neftalí Reyes
Basoalto, su seudónimo Pablo Neruda, gran poeta chileno, Premio Nobel de
Literatura, que llegó a poseer más de 15.000 caracolas, aunque coleccionaba
todo tipo de objetos relacionados con los océanos, desde mascarones de proa
hasta barquitos en botellas, pero su pasión eran las caracolas.
La caracola que encontramos en las costas malagueñas es la Charonia Lampas;
llamada coloquialmente, caracola, aunque en algunas zonas andaluzas, la llaman
burcio, buzo, incluso bocina porque antiguamente era el “pito” de los barcos. Se le hacía un agujero en la punta y soplando
fuerte por él, hacía un sonido parecido a la sirena de los barcos, así se
avisaban unos a otros cuando había poca o nula visibilidad.
La caracola es un gasterópodo ( del griego gaster “estomago” y poda “pie”)
que se alimenta principalmente de erizos, bivalvos, y estrellas de mar.
Está demostrado científicamente que nuestros ancestros, los habitantes de la costa malagueña, hace 150.000 años (en el paleolítico, antes que los sapiens, a quienes se consideraban hasta hace poco los primeros mariscadores de la historia), ya disfrutaban de éste gran placer gastronómico: comer mariscos. Los Neardentales malagueños, ya comían los riquísimos moluscos: mejillones, coquinas, almejas…y por qué no: caracolas.
Un equipo internacional con participación de científicos españoles ha
descubierto en la cueva Bajondillo, en Torremolinos, que los homo
neanderthalensis ibéricos incorporaron a su dieta una notable variedad de
mariscos y moluscos. El hallazgo es el vestigio más antiguo de consumo de estas
especies marinas por parte de neandertales descubierto hasta el momento.
Así que con éste gran legado no sólo de nuestros primitivos ancestros, sino
en mi caso concreto los más cercanos, mi familia materna…marengos y pescadores,
no me puedo resistir a disfrutar de tan riquísimo manjar que nos proporciona la
mar. La suelo comprar en el Mercado Central de Atarazanas, ése gran escaparate de los frutos del mar malagueño.
¿Cómo la preparo? Siguiendo los pasos
que me enseñaron mis mayores.
En una cacerola poner la suficiente agua fría, de tal forma que cubra
totalmente la caracola.
Salar hasta conseguir el sabor del mar y cocer (dependiendo del tamaño);
ésta pesó unos 800 gramos y la tuve unos cuarenta minutos aproximadamente.
Dejarla enfriar y sacar la carne con un tenedor. Como no saldrá la parte interior, romper la
caracola con cuidado e ir sacando la carne con cuidado de que no queden
trocitos de la caracola.
Partir en trozos, salpimentar al gusto y echar un buen chorreón de limón….
Lo mejor, lo más rico, la parte más exquisita es la parte oscura, la parte
negra…el sabor, indescriptible, sabe a marisco intensamente, a sardinas “asás”,
a un “paté” de mariscos hecho por la naturaleza…..
Esta entrada se la dedico a una magnifica
cocinera-bloguera, su estupendo blog sano y de rechupete merece la pena visitarlo; al igual que yo adora la mar y que como yo es malacóloga,
sé que tiene conchas y caracolas por todas partes de su casa, al igual que yo
en la mia. Nos chiflan!!!!
15 comentarios
Que yo recuerde este fue el primer marisco que yo probé. En una de las famosas "La Campana" que había por toda Málaga.Iba con mi padre los domingos y me encantaba con un moscatel con soda, ja, ja, ja. Es un lujo de sabor y difíciles de encontrar. Suelo encontrarlas a veces en el mercado de Huelin. Si la sacas en caliente sale toda entera. Besos y recuerdos a Pedro
ResponderEliminarHace dos dias vi un documental donde pescaban las caracolas,para cocinarlas las goloeaban en una esquina para quitar el vacio metian un cuchillo y salia el bixo entero.
ResponderEliminarDijeron que lo unico que no se comia eran los intestinos y era una tira alargada transparente como gelatinosa,el repirtero se la comio cruda y dijo que sabia como las vieiras.
Me ha encantado tu receta a ver si algun dia la puedo probar.
Como siempre un pist precioso.
Bicos mil wapa.
No las he probado nunca. Como soy de montaña...
ResponderEliminarPero aquí en Murcia tampoco las he visto, cañaillas si y no es lo mismo, verdad?
¡Que bien escribes y como se aprende en este blog!
Besazos
Orquidea lo que conocemos en Málaga como "cañaillas" es una caracola que crece pegada a la roca, muchisimo, muchisimo más pequeña....no son los "búsanos" que son los que tienen pincho...no obstante, si pones cada palabra en el buscador de mi blog...podrás ver la diferencia....
EliminarBesitos.
El marisco y estas cosas así me gusta mucho, las caracolas nunca las he probado pero me gustaría poder probarlas besos
ResponderEliminarMuacccccccccccccccccccccc... Qué linda eres!!!!! Pedazo lección nos has dado. Lo de la "malacología" no lo conocía, pero me gusta... Soy malacóloga, soy malacóloga... ¡Qué bien suena!. Qué cosas aprendo visitando tu cocina.
ResponderEliminarSí, me gusta el mar muchísimo. No concibo estar lejos de él... Aunque no me bañe, necesito olerlo y mirarlo. Cuando vuelvo a casa después del trabajo, intento ir por la autovía del norte de la Isla, siguiendo la costa hasta casa. Si está despejado, las chiribitas que parece hacer el sol sobre el mar azul atraen mi mirada. Si está nublado, esos grises le dan aspecto de potencia, de fuerza... Recuerdo, de niña, que cuando llovía y estábamos en la playa, para mí era imprescindible meterme en el mar. No sé por qué, pero parecía que el agua dulce ganaba por unos minutos a la inmensidad salada... Me encantaba esa sensación de mojado sobre mojado. En fin... mis recuerdos, como los tuyos están pegaditos al mar.
Yo no tengo tantísimas caracolas como tú, porque a menudo las regalo... Le tengo especial cariño a dos: una exactamente igual que la que enseñas y otra lisa y más alargada que muy cariñosamente me trajo un cliente que era cocinero en el Esperanza del Mar cuando yo ejercía como abogada. El hombre sabía que me gustaba mucho el mar y en el despacho tenía un par de caracolas, así que, en uno de sus viajes me trajo una que había conseguido en Senegal. Parece una chorrada, pero a mí me tocó mi fibra sensible.
Bufff... ya se me ha ido la bola... jejejejejejeje
Bueno, pues eso, que muchas gracias por tus palabras guapetona. Parecemos dos gotitas de agua salada a muchos km de distancia. Besitos y besotes
Ufffffffff Carmen Rosa, la de tiempo que hace que no como caracola, en casa nos gustaba mucho, sobre todo a mi padre y a mi marido, pero la verdad ahora tampoco las veo mucho, besos
ResponderEliminarEntonces yo también soy eso, jajaaa, adoro las conchas y las traigo de todas las playas que visito, tengo la casa llena, pero nunca las he comido!! Me puedo imaginar el intenso sabor a mar!!
ResponderEliminarCada día se aprende algo nuevo, me encanta!!!
Besitoss
Nunca la he probado!!
ResponderEliminarY es raro porque suelo comerme todo lo que tiene la mínima pinta de poder ser comido.....
A ver si encuentro una y sigo tus pasos.
Un abrazo
Como bien supondrás a mí todo lo de mar me encanta y sin duda esta receta me encanta. NO hay cosa que me guste más buena mariscada, las caracolas,conchas finas,bulgaillos,gambas fresquitas,coquinas..jo que ricas. Me recuerda tu entrada a cuando veraneaba en Chilches y me tiraba las horas escarbando en la arena buscando coquinas, y siempre acababa con el fondo de mi cubito de plástico cubierto de ellas y me iba tan feliz jajaja. Que bonito preima.
ResponderEliminarBesitos
Uy que mal he escrito perdona ajajaj, es que no tengo internet hace unos días y escribo fatal desde el móvil :)
ResponderEliminarEste tipo de caracola no la he comido nunca, pero te aseguro que de ganas la probaba.
ResponderEliminarBesos.
Nunca he comido esta especie, pero he aprendido un montón de cosas, eres una excelente maestra además de cocinera y escritora, un chollo de blog vamos, je, je. Un beso grande
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ResponderEliminarMuchas gracias por visitar "Mi cocina", por escribir un comentario, lo cual me anima a continuar compartiendo lo que se cuecen por mis fogones y lo valoro enormemente.
Si tiene alguna duda o consulta, indiquelo, contestaré lo antes posible.