ESTOFADO DE LENTEJAS CON MORCILLA DE ALHAURIN
Salir de la
estación portuaria hacia Vélez Málaga en aquellos convoyes bailongos, cuyos
vaivenes cosían a
pellizcos las tiernas carnes de nuestros muslos infantiles y desnudos al
dilatarse y contraerse
el entablillado de los asientos; ver correr un paisaje de playas y villatas
marengas por la Mlagueta,
pasando por la Fuente de la olla, Antonio Martín con su “palomar” pintado de
azul o los baños de la
Estrella y de Apolo, cuyos albercones estaban dotados de pesadas y
antihigiénicas mamparas de
esparto trenzado para separar damas de caballeros; avanzar por la entonces inexistente
escollera del paseo marítimo plagado de chambaos o chambaillos o de bañistas familiares
que levantaban sombrajos con sábanas, mantas y cañas de tender la ropa; ver el
bullir del mundo del verano con jóvenes muñecas de bañadores enterizos
rematados por diminutas falditas tontas y
coquetones fruncidos para evitar el mucho señalamiento de sus pechos y la
generosidad caderil; seguir
la línea de la playa por la derecha, en tanto que por la izquierda se quedaban
atrás garajes y
entradas de servicio de los palacetes de Reding, Sancha y Sorolla y Sorolla, y
Caleta y Limonar eran, si
acaso, una intuición desde la lejanía y ática arboleda; avanzar por Bellavista
y el Morlaco hacia el
recodo de la luz del Levante avanzando, creo, no eran cosas que se hayan podido
perder para
siempre.”
Así
describía el reconocido y genial escritor malagueño Julíán Sesmero su recuerdo
del tren, de la compañía de los Ferrocarriles Suburbanos, aquellas locomotoras
de vapor circulando por las vías de hierro, un camino llenos de historia que se
esconden en cada una de las antiguas, abandonadas, algunas desaparecidas, otras
rehabilitadas, incluso reformadas o simplemente olvidadas por el tiempo,
estaciones, apeaderos y pasos a nivel de la que fue la línea Málaga-Ventas de
Zafarraya, línea que se inauguró el 23 de Enero de 1908.
“Hoy sólo
quedan las estaciones y apeaderos que se erigen como testimonios mudos de un
pasado que no existe”
Pero sí vive
aún en mi recuerdo, en mi memoria y en mi corazón. Y es que mi familia paterna, sus vivencias,
su historia estuvo unida profesionalmente a la compañía de Suburbanos desde su
comienzo.
Mis abuelos
eran oriundos de Alhaurin el Grande, desde allí llegaron a Alhaurin de la Torre
y fueron destinados a la barriada malagueña del Palo, donde se hicieron cargo
del paso a nivel, trabajo que necesitaba una atención de ambos durante las
veinticuatro horas del día, sin descanso alguno.
Ella fue una mujer adelantada al tiempo y a le época que le
tocó vivir, mujer trabajadora a comienzos de principio de 1900, esposa abnegada
ayudando a su marido con un trabajo poco habitual para su época: guarda railes
del ya desaparecido paso a nivel del Palo, barriada marenga donde yo nací.
Dulce, no muy alta pero llena de fuerza y vitalidad, franca,
sincera y cariñosa; una mujer que
cuidaba no sólo de sus seis hijos, su casa y su trabajo; ella, contratada como
guarda railes de un paso a nivel por una empresa de origen Belga: Suburbanos de
Ferrocarriles. (ésta foto es de su último contrato, poco antes de morir. Yo contaba con tres años de edad).
Ella era “madre”, el
tronco y las raíces de una gran familia unida; hijos, nueras y nietos la adorábamos, la llamábamos “madre”;
al igual que a mi abuelo era costumbre de llamarle “padre y hablarles de Vd. Y
no de tu.
Por ella, sus hijos sentían
verdadera pasión, hasta tal extremo que las hijas mayores llevamos su nombre:
Antonia.
Cocinaba cuidando aquellos procesos y sabores
ancestrales, que fueron pasando de generación en generación, desde época
inmemoriales, aquella cocina tradicional, clásica, genuina, pura y sencilla,
recetas basadas y elaboradas pacientemente con ése ingrediente especial: mucho cariño.
El paso a nivel, su casa, nuestra casa era una casa alegre,
donde todos cabíamos, donde olía a rebanada de pan con manteca colorá con su zurrapa
De mi abuela materna también me llegaron recetas y trucos caseros que me transmitió mi madre; platos humildes, sabrosos, hemos con amor y cariño, como los potajes, como un buen plato de potaje de lentejas.
No es el primer plato de lentejas que subo al blog, son
varias las recetas y las formas de prepararlas, prácticamente todas con la
misma base, pero con algunas pequeñas diferencias, que me permiten hacer de
éste plato una verdadera sintonía de sabores.
El tradicional al más puro estilo de mi madre, con arroz, con fideos, con zanahoria, pardinas estofadas......
¿Cómo las he preparado ésta vez?
Haciendo un refrito con la verdura, ya que en anteriores
ocasiones éstas eran incorporadas en crudo a la olla, como mucho asando la
cabeza de ajos.
¿Qué he necesitado?
Ingredientes: Un
tomate maduro, un pimiento verde, media cebolla, tres o cuatro dientes de ajo,
dos hojas de laurel, media morcilla de Alhaurin (del estilo del Valle del
Guadalhorce, con su manteca “colorá”, en su defecto cualquier otra puede servir),
medio vaso de aceite de oliva virgen extra (malagueño a ser posible, sigo
usando de la alta Axarquia malagueña, probablemente uno de los mejores
aceites), dos puñados de lentejas por comensal, colorante alimentario (una
carterilla de la marca El Aeroplano), agua y sal.
Los pasos a seguir:
Picar en trozos pequeños la verdura (el tomate sin piel) y
sofreírla en una sartén a fuego lento.
Una vez hecho el refrito, echar un poco de agua y pasar por
la minipimer.
Echar agua en una cacerola, más o menos hasta la mitad de su
contenido y llevar a ebullición agregando el refrito, el colorante alimentario,
las lentejas, el laurel y salando al gusto.
Dejar cocer a fuego lento una media hora
aproximadamente. Apagar el fuego,
añadir la morcilla troceada y dejarlo reposar en el calor de la vitrocerámica.
Probar la cochura de las lentejas, con cuidado de que no se
hagan demasiado e intentando conseguir la textura del caldo deseada.
Acompañar con un “casco” de cebolla, un pimiento crudo a
“bocados”, o un buen trozo de pan "cateto" malagueño.
Y de postre unas cerezas de Alfarnate, precioso pueblo malagueño y unas sabrosas "perillas".
En recuerdo y memoria de una gran y adorada mujer, mi abuela Antonia, “Madre” como
siempre la conocimos.
Y ya que el día 13 es San Antonio de Padua, aprovecho para
felicitar a mis “Toñis”: mis primas:
Toñi de tito Diego, Toñi de tito Antonio, Toñi de tita Paca, Toñi de tito
Manolo, a mi prima Antoñita Mari (la más pequeña, que aunque por linea materna, le pusieron el nombre por mi y por ende por mi abuela).
Un día especial para quienes nos llamamos:
Antonia.
14 comentarios
Hola, acabo de descubrir tu blog, la verdad que esta muy muy bien.
ResponderEliminarYo tambien tengo un blog y un canal en youtube, por si te quieres dar una vuleta y suscribirte.
Un saludo, te seguiré amenudo.
diviertetealcocinar.
Estas lentejas deben estar de lujo. besos
ResponderEliminarhttp://lacocinadelagatacuriosa.blogspot.com.es/
The lentils look fantastic & comforting.
ResponderEliminarUn plato rico, sano y delicioso.
ResponderEliminarVaya platazo de lentejas y esa morcilla para no dejar nada.
ResponderEliminarSaludos
un plato riquisimo y q a parte de sano debe de estar de muerte!!!
ResponderEliminarsaludos
Divinas, ante un plato como este , una servidora se pone las botas. Con un buen trocito de pan al lado unas lentejas para mi es la gloria bendita.
ResponderEliminarbesiness
Muchas felicidades, espero que ayas tenido un buen día de tu santo.
ResponderEliminarPor todo lo que explicas estoy segura que tu abuela era una GRAN mujer, así con mayúsculas.
Tienen que estar muy buenas sofriendo las verduras primero. Casi siempre las hago con arroz, mi hijo se las come entonces muy bien, claro que a parte del arroz no puede faltarle el pan.
Besos.
Pues una receta con solera. Ya hago la distribución: mi barbas la morcilla y yo las lentejas. Un besote.
ResponderEliminarUn plato de los de cuchara de toda la vida.. Creo que antes no pensaban tanto si hacia calor o no y si se podían comer lentejas o cocido en los meses de verano.
ResponderEliminarSe comía lo que se ponía en la mesa y en paz.
Unas hermosas palabras las que dedicas a tu abuela, esté donde esté estará orgullosa del legado que ha dejado.
Un beso
http://desdelacuinadelhort.blogspot.com.es/
Que maravilla de lentejas, me encanta el sabor que le aporta la morcilla!!
ResponderEliminarTe acabo de conocer así que me voy a dar una vuelta por tu blog! ;)
Besines
Carmen ofuuu que lentejas mas ricas. Oye que al final somos primas lejanas que mi madre tambien era caparros jjjj un abrazo!
ResponderEliminarBuenos dias....Gracias por tu visita Marisol. Te comento, "Caparrós" eran dos tias mias, primas hermanas, casadas ambos con dos hermanos de mi madre. Los Caparrós no tienen otro parentesco con mi familia más directa. Sí, que somos malagueñas y eso nos une. Un abrazo y ya sabes Mi cocina, es Tu cocina.
Eliminarmuy buena receta con pocos ingredientes se las ingeniaban para preparar platos súper sabrosos y consistentes.
ResponderEliminarMuchas gracias por visitar "Mi cocina", por escribir un comentario, lo cual me anima a continuar compartiendo lo que se cuecen por mis fogones y lo valoro enormemente.
Si tiene alguna duda o consulta, indiquelo, contestaré lo antes posible.