PAELLA DE ARROZ CON JIBIAS, ALMEJAS Y LANGOSTINOS
Mi Cocina,
me ha dado en éstos siete años y algunos meses, muchas satisfacciones, gracias
al blog he podido aprender, investigar, cocinar, degustar, hacer felices a los
mios gastronómicamente hablando……y la posibilidad de contactar y conocer
personalmente e incluso virtualmente a muchas personas que la han ido
visitando.
Gracias al blog, a Mi Cocina, me he ido enriqueciendo como persona, lógicamente experimentado, en cuanto a conocimientos culinarios,
pero el verdadero valor que me ha añadido éste cuaderno de bitácoras, éste
recetario de cocina…..es un tesoro impagable, riquísimo y que valoro
enormemente: amistad.
Ya cuento
por millones, y no exagero, las visitas que me realizan, miles de comentarios
siempre amables, positivos, generosos que guardo celosamente, con cariño y que
se comparten al pie de cada receta. No
puedo contabilizar, son tantísimas las crucecitas que aparecen en las
estadísticas internas del blog a través de google+ , pero sí puedo contar a
algunas de ésas personas que han llegado a mi vida, quedándose en ella, dejando
la huella de ésa amistad sincera, desinteresada y que guardaré en mi corazón
con un especial cariño….. Nuevamente recurro a ésta creencia mía en el destino
que suelo llamar en éstos casos “el hilo rojo”, creencia japonesa inculcada en
mi por ésta pasión oriental que me marca mi vida.
Entre ésas
personas se encuentra mi querida y admirada Maria José Bautista, malagueña como
yo……la admiro porque escribe maravillosamente y me regala sus escritos, me los
envía, los leo, los guardo y disfruto releyéndolos una y otra vez. Le he pedido permiso para publicar
literalmente el último que me ha enviado…. Habla sobre sus recuerdos, sus
sentimientos y pensamientos con pinceladas de añoranzas del pasado, de ésa
Málaga de nuestra niñez. Le dedico ésta entrada, con mi más sincero agradecimiento, amistad y admiración. Dice así:
Como si de
un relato de Bécquer se tratara hay una ciudad, la mía, entrevista como si un
rayo de luna se manifestara entre los umbríos pliegues de mi memoria infantil. Sé que las calles eran estrechas, con casas
de tamaño humano y fachadas encaladas.
En ellas la
humedad dejaba manchas y desconchones casi nobiliarios; el pavimento desgastado
y los portalones ajados completaban la estampa cotidiana y externa y al pasar
por ventanas entreabiertas salían los olores a puchero, potaje o pescado frito.
Conversaciones,
transistores cantando "Coplas, coplas de mi España..." y el pitido de
la olla exprés completaban el paisaje, ambigú gratis en el cine de película
matinal de aquellos confusos años.
Sé también,
porque pisé sus solares, que antes hubo otra ciudad más antigua que trenzaba la
miseria y las verbenas populares con desigual resultado y que gozaba de aguas
limpias, fruta con olor y sabor y un mar proveedor de peces de plata.
Y como si
fuera un dulce en una vitrina originó sin querer mi ciudad, antigua y salada,
la avaricia de los opulentos y fueron sus habitantes relegados a los márgenes
del mapa oficial, sus casas demolidas y sus pozos cegados por la misma ciega
fiebre del pillaje; en algún muro que no cayó quedó colgado un viejo almanaque
del tiempo del estraperlo.
Murieron
huertas y en sus tumbas se instaló la inmensa turba de desheredados, sabedores
de fatigas y de misas los domingos. Y
sus hijos, entre los que me incluyo, andábamos por aceras hechas con prisa y
materiales baratos, pisábamos charcos y nos llamaban a voces por los balcones
nuestras madres.
Más adelante
aprendimos los jóvenes a enamorarnos en los paseos de tarde por la ruta que
conducía a la antigua ciudad, medio derruida y con alguna antigua taberna
heroica de cervezas baratas.
Todo fue
mudando su esencia y ya no se oyen los pitidos de la olla ni las voces de las
madres, tampoco se huele a puchero ni la fruta sabe a nada. Los descendientes de aquellos que bailaron
en verbenas ahora acuden a unas calles muy elegantes y que no son de nadie, son
de empresas y donde el paseo ya no enamora.
El mar
antiguo no da peces sino que trae ingentes cantidades de turistas que creen
pisar una ciudad milenaria hecha de franquicias y centros comerciales.
Estas líneas
no son un panegírico, ni tan siquiera un relato becqueriano en el que el
protagonista enloquece al perseguir un rayo de luna, no, es mi voz, la misma
que sale a la calle, al mercado y que encuentra su eco en el reino de Meridión,
allí donde no llega el turista porque no viene en los mapas.
Y en éste
aún maravilloso Reino de Meridión ( Meridión es uno de los cuatro puntos
cardinales, concretamente El Sur llamado también meridión, que indica sobre un
meridiano la dirección del Polo Sur), llamado también Málaga la cocina
encuentra su eco en éste blog…..en Mi Cocina, que como bien saben quienes me
visitan es ante todo una cocina muy malagueña, que procura recordar los sabores
y olores de antaño, como ocurre con ésta receta, basada en aquellos arroces de mi madre.
Hoy les
animo a probar éste arroz con jibias, almejas y langostinos…..Ésas jibias de la Bahía malagueña que compro en el Mercado de Huelin.
¿Cómo lo
hice?
Ingredientes
para dos personas:
Cuatro
jibias medianas enteras, medio kilo de almejas, 12 langostinos de tamaño
grandes, espinas de rosada (en su defecto caldo de pescado), un pimiento verde,
dos tomates medianos maduros, seis dientes de ajo, seis clavos de olor, una
ramita de perejil, la mitad del cuarto kg. de chicharos (guisantes; en ésta
ocasión son congelados), una cucharada pequeña de colorante alimentario, medio
vaso de aceite de oliva virgen extra (a ser posible malagueño…estoy usando
actualmente de Periana, verdial), cuatro puñados de arroz redondo (suelo usar
ésta medida, mi mano….dos puñados por comensal), agua para hacer el caldo….unos
dos litros, ya que vamos a necesitar el doble de agua que de arroz (suelo echar
para cuatro puñados, ocho cucharones aunque probablemente, dependiendo del tipo
de arroz se necesitará uno o dos cucharones más) y sal.
Los pasos a
seguir:
Dejar las
almejas en agua con sal a fin de que suelten la posible arena que puedan traer
en su interior.
Mientras
picar el pimiento y el tomate (quitándole la piel) en trozos pequeños.
Reservar.
Pelar los
ajos, trocearlos y junto con el perejil y los clavos machacarlos en un mortero
hasta obtener una pasta lo más fina posible.
En una
cacerola echar el agua y cocer las almejas hasta que éstas se abran. Una vez
abiertas retirarlas del agua, sacar la carne y desechar las cáscaras. Reservar la carne de los moluscos.
Pelar los
langostinos, dejando algunos enteros para adornar. Reservar tanto la carne por un lado, como
las cabezas y la piel por otro.
En el mismo
caldo de las almejas, cocer las espinas de rosada junto con las cabezas y las
cáscaras de los langostinos, dejándolo hervir durante unos diez minutos
aproximadamente, espumear el caldo.
Una vez cocido, colarlo bien y añadir el colorante alimentario, salando
al gusto, mantenerlo caliente.
En una
cacerolita echar un buen chorreón de aceite y pochar a fuego lento el pimiento
junto con el majaillo de ajo, clavo y perejil, removiendo con cuidado de que no
se queme durante dos minutos.
Agregar el
tomate, remover bien y dejarlo freir durante unos cinco minutos, procurando que
no se pegue al fondo de la cazuela. Apartar y reservar.
Echar el
resto del aceite en la paellera, una vez esté caliente colocar las jibias con
el lomo hacia abajo ( la parte del jibión tiene que quedar hacia arriba), tapar
y dejarlas unos tres o cuatro minutos.
Destapar y con unas pinzas sacar los jibiones del animal y darles la
vuelta, agregar los langostinos y tapando nuevamente la paellera dejarlas hacer
dos o tres minutos, dándoles la vuelta a los langostinos a media cocción.
Echar el
refrito, el arroz, los guisantes, la carne de las almejas y añadir el caldo que
deberá estar hirviendo.
Dejar cocer
a fuego fuerte durante quince minutos.
En ése
momento añadir la carne de las almejas y los langostinos enteros, probar de sal
y en éste momento rectificar si fuese necesario; bajar el fuego y dejar cocer
cinco o diez minutos (si fuese preciso añadir un poco más de caldo, éste debe
estar muy caliente).
Apartar la
paellera del fuego, tapar con papel de aluminio y dejar reposar cinco minutos.
Servir y
disfrutar……
Disfrutar de
sabores de antaño de mi tierra: El Reino de Meridión, ése reino que todo el
mundo conoce por Málaga.
9 comentarios
Mi querida Toñi: me dejas pasmada. Gracias por todo. Tu generosidad y estima son muy valiosas.Un besazo.
ResponderEliminarEsa paella tiene una pinta deliciosa y seguro que la habeis disfrutado de lo lindo.
ResponderEliminarFelicidades
Toñi es un placer pasar por tu cocina, no sólo porque este arroz tiene una pinta deliciosa sino porque es muy agradable leer tus entradas.
ResponderEliminarUn blog es una experiencia enriquecedora. Lo abres pensando que vas a enseñar y al final terminas aprendiendo tú
¡Besos mil!
Qué bonito es saber escribir bien, transmitiendo los sentimientos y tanto tu amiga como tú lo conseguís perfectamente dando a conocer Málaga, no solo la actual, si no también la de antaño.
ResponderEliminarEn cuanto al arroz, solo puedo decir que me encanta, me comería un buen plato y seguramente intentaría repetir.
Besos.
Pero que buena cocinera eres!!
ResponderEliminarSe ve deliciosaaa un poco mas y pincho un tenerdor en la foto, es ver y ya dan ganas de sentarse a la mesa a comer,besitos
ResponderEliminarmenuda pintaza q tiene!!! me encanta la verdad!!!! aqui me tienes salivando
ResponderEliminarUna receta estupenda... en casa también lo hacemos
ResponderEliminarqueda rico, gusta a todos :)
un beesote
Uummmmmmmmm que rico de buena gana me iba a tu casa a cenar seguro esta paella esta de muerte relenta no hay mas que ver las fotos no dejan de decir comeme.
ResponderEliminarComo siempre es un placer venir a vistar tu cocina el post y la receta son de 20 points.
Bicos mil wapisimaa.
Muchas gracias por visitar "Mi cocina", por escribir un comentario, lo cual me anima a continuar compartiendo lo que se cuecen por mis fogones y lo valoro enormemente.
Si tiene alguna duda o consulta, indiquelo, contestaré lo antes posible.