ENSALADILLA MALAGUEÑA DE MERLUZA Y PATATAS CON HABICHUELAS VERDES.

La memoria es capaz de transformar la miseria pasada en los más dulces y bellos recuerdos. La más hermosa añoranza.
La que podríamos llamar colonización trinitaria por parte de la vecindad malagueña se inició en la primera mitad del siglo XVII cuando, justificadamente al número creciente de sus moradores, se crea la iglesia de San Pablo como ayuda de la parroquia de los Santos Mártires en 1649, si nos atenemos a las crónicas del canónigo Cristóbal Medina Conde.

Las huertas más cercanas al convento e iglesia de la Trinidad fueron poco a poco, sin orden arquitectónico riguroso ni disposición urbana lógica, rodeadas de construcciones. Cuando las lomas próximas a ellas quedaron saturadas de edificaciones de gusto y corte popular, el avance urbano se prolongó hacia el lado de la actual calle Trinidad, calle Mármoles y hacia el río Guadalmedina, linde fronteriza con la urbe.

Fue de suyo un barrio de aluvión, y poblado por gentes llegadas de todas partes, alcanzó un desarrollo notable.    La Calzada de la Trinidad fue la primera calle del barrio, aquella que, desde las colinas, a medida que se fueron construyendo nuevas casas, comenzó a bajar por la Barrera de la Trinidad hacia la plaza de San Pablo, donde quedó erigida posteriormente la iglesia principal.

Francisco García Grana puso en movimiento a los barrios, y en una Málaga que todavía recelaba de muchos trinitarios por los acontecimientos de 1936 para entonces todavía no olvidados del todo supo crear tan propicio ambiente que la colaboración vecinal con el Ayuntamiento, inútilmente buscada por corporaciones anteriores, se materializó de manera evidente, rápida y entusiástica.

Por aquellos años iniciales del mandato del citado alcalde funcionaba ya la Junta de Festejos de la Trinidad, de la que era tesorero desde 1950 José Bravo Espinosa, que en 1953 llegaría a ser designado presidente de la misma. La citada junta se encargaba de la organización de las fiestas anuales de la Trinidad, que tanta vida dieron al barrio, granjeándose tantísimos amigos de dentro y fuera de Málaga a lo largo de los años por el ambiente festero que lograba y la imagen nueva que ofrecía el mismo.

Reconociendo en Bravo al hombre eficaz que auspiciaría el necesario diálogo del barrio con el Ayuntamiento, García Grana recuperó en él la figura del antiguo alcalde de barrio, de manera que lo propuso al pleno municipal, que, aprobando tal iniciativa, lo hizo efectivo. Bravo Espinosa se convirtió en el primer alcalde de barrio más de un siglo después del último de los nombrados.

Contaba mi suegro que la Peña Trinitaria junto con su cuñado Luis Medina, con otros amigos, entre ellos nuestro antiguo cliente, Rafael el de la Joyeria, la fundaron a principio de los años 50. Me decía que el nombre de la Peña fue al principio la de “Peña Chales”, nombre de un jugador de futbol del Málaga, a cuyo Club eran tan aficionados.
(En primer plano a la derecha el padrino de mi marido y su padre; al fondo a la izquierda, el entonces Alcalde de Málaga Cayetano Utrera Ravassa, en la Peña Trinitaria, en la festividad de la Cruz de Mayo)
 
El de la Trinidad era en aquellos de principios del siglo XIX un barrio muy especial en el que, al igual que en Fuenteovejuna, en lo común y propio iban todos a una.

Todo lo organizado en su barrio trinitario, como las Cruces de Mayo, el Corpus Chiquito, los actos del Cautivo, las verbenas, etcétera. Y allí estaba mi suegro y toda la Peña Trinitaria, quienes disfrutaban y organizaban como si de una sola familia se trataran, baldeaban las calles, blanqueaban casas, patios y corralones, las calles lucían farolillos y papeles de colores.

Balcones y ventanas de las calles del recorrido lucían mantones de Manila, paños bordados, colchas, banderas y toda clase de adornos de mérito, a muchos de los cuales se les adhería alguna lámina coloreada de tema religioso. Al mismo tiempo, zaguanes, portales y patios lucían sus macetas y se construían vistosos altares que los vecinos adornaban con gusto y arte.

Hay una curiosa anécdota que ocurrió en la visita de los entonces Príncipes de España a Málaga el 13 de marzo de 1972 que duraría cinco días. En su paseo por la Trinidad, pasó por La Peña Trinitaria, entregándole mi suegro su propio escudo de la Peña de oro en recuerdo de su paso por el Barrio de la Trinidad.

Mis suegros, Pedro y Paquita vivían cada fiesta, cada celebración Trinitaria con felicidad y orgullo. Y hoy, que pasó el mes de Mayo, el mes de las Cruces y comienza el mes de Junio, cuando se celebra el Corpus Chiquito, quiero recordarles con una de las recetas que mi suegra preparaba y tanto gustaba a toda la familia, en especial a mi marido.

ENSALADILLA DE PATATAS Y MERLUZA CON HABICHUELAS VERDES.
¿CÓMO LA HICE?

Dos patatas grandes (Patatas nuevas del Valle del Guadalhorce), cuatro rodajas de merluza,
la cabeza de la merluza, dos huevos, 100 grms. de habichuelas verdes, medio vaso de aceite de oliva virgen extra, agua y sal.

LOS PASOS A SEGUIR:

Lavar las habichuelas, cortar los picos y trocear en juliana (alargadas y estrechas). Cocer en agua con sal hasta que estén tiernas. Una vez cocidas, escurrir bien y pasarlas a un cuenco con agua helada (muy fría) a fin de cortar la cocción y que no pierdan el color. Reservar.
Echar la cabeza y los trozos de la merluza en una cacerola, salar al gusto y cocer durante unos diez o quince minutos. Retirar el pescado reservando y colar el caldo resultante, pasándolo a otra cacerola.

Pelar las patatas, cortarlas en trozos “cascándolas” a fin de que al cocerlas no se deshagan. Echarlas en la cacerola donde se ha guardado el caldo de cocer la merluza, de forma que el agua las cubra, y poner al fuego dejándolas cocer hasta que estén tiernas.

En otro recipiente cocer un huevo.

Mientras se cuecen las patatas ir desmigando la carne de la merluza con sumo cuidado de retirar piel y espinas. Pasar a un cuenco los trozos de pescado junto con las patatas bien escurridas y machacar hasta conseguir una textura que no llegue a ser un puré totalmente.

PREPARAR LA MAYONESA ¿CÓMO?...Tal y como se lo expliqué a mi hija hace unos días, cuando me preguntó por teléfono:

Mami, estoy cocinando y no nos sale una mayonesa ¿qué hago? Le dije: ve haciendo lo que te voy a ir diciendo. Echa un huevo en el vaso de la minipimer (sin la cáscara que tú eres capaz), medio vasito de aceite (del bueno, aceite de oliva, no eches de girasol), un poquito de sal (no te pases)…¿está todo?...vale, mete el brazo (el tuyo no, el de la “minipimer”) y a máxima potencia dale caña…mantenlo (no lo muevas), sigue, sigue, sigue….(ha cambiado el sonido, está espesando?)..ahora, despacito, con movimientos hacia arriba y hacia abajo…un minutito y listo.
Una vez lista la mayonesa, echar la mitad sobre el “puré” de merluza y patatas mezclando bien todo el conjunto. Probar de sal y si es necesario rectificar.

A la hora de servir: Colocar las patatas y el pescado en el centro del plato, echar por encima mayonesa con generosidad, sobre ella colocar trozos de habichuelas verdes y encima huevo cocido rallado.
Les aseguro que les sorprenderá el sabor y la textura a pesar de la sencillez de los ingredientes. En recuerdo de mi suegro Pedro Cantalejo y en honor a mi suegra Paquita, quien a sus 93 años, aún recuerda con añoranza aquellas fiestas Trinitarias.

¡ Buen provecho !

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