CHULETAS DE CERDO EN ADOBILLO
Esta receta, tan malagueña, se hacía en mi casa con chivo; se ha ido perdiendo el consumir este tipo de carne, dificil de encontrar en los mercados de la capital malagueña.
Quienes conocen la capital, sobre todo la zona donde viví de pequeña (El Palo), saben que está rodeada totalmente de Montes, en ellos abundanban las piaras de cabras.
Se ha ido perdiendo este tipo de ganaderias y cada vez se ven con menos frecuencia.
Era habitual el que pasara el cabrero por las calles y en tu propia puerta ordeñara las cabras y te vendiese la leche, que por cierto habia que hervirla antes de consumirla (mi madre decía que la leche de cabra daban calenturas maltas), pero a mi me encantaba su sabor y el olor que desprendia.
Al mismo cabrero se le encargaba el chivito que ya te lo traía preparado y cortadito al dia siguiente. La suerte que el padre de mi padrino tenía una gran piara de cabras en La Pelusa (el camino que desde El Palo subía hacia el pueblo de Olías); por lo que mi madre tenía fácil conseguir esos productos.
Aunque hoy en dia, con coche se tarda quince minutos, en aquella época era toda una odisea llegar hasta alli, una hora para ir y otra para volver; si era invierno y con el frio o lluvia tenía un pase, pero en verano con el calor y el solindronco (el sol, dejandonos todos sus rayos, con toda su fuerza) era terrible llegar; pero el sabor de la leche y de la carne merecía la pena, independientemente de poder darles de comer (era en lo que yo me entretenía, con miedo de que hubiese alguna trompicona) habas secas, y algarrobas, que era el complemento que les daba el abuelo, a lo que comian las cabritas por el campo.
Así que recordando, en parte, esos sabores he preparado estas chuletitas de cerdo (que no de chivo); por cierto, acompañar de unas patatitas a lo pobre.
En una sartén con un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra poner las chuletas y una cabeza de ajos (estos sueltos y cortados por la mitad sin llegar a partirlos, que queden enteros) y dorarlos, con cuidado de que no se quemen, salándolos al gusto.
Añadir un vaso de vino blanco, dejar reducir unos minutos y agregar un chorreoncito de vinagre de vino blanco, orégano, un vaso de agua, pimienta negra en grano y dos o tres hojas de laurel. Dejar hervir a fuego lento, que hasta que reduzca el caldo, dándole vueltas de vez en cuando a las chuletas.
Disfruten la salsa con una buena hogaza de pan, sintiendo que Málaga no solo es "pescaito" frito.
Buen provecho
Quienes conocen la capital, sobre todo la zona donde viví de pequeña (El Palo), saben que está rodeada totalmente de Montes, en ellos abundanban las piaras de cabras.
Se ha ido perdiendo este tipo de ganaderias y cada vez se ven con menos frecuencia.
Era habitual el que pasara el cabrero por las calles y en tu propia puerta ordeñara las cabras y te vendiese la leche, que por cierto habia que hervirla antes de consumirla (mi madre decía que la leche de cabra daban calenturas maltas), pero a mi me encantaba su sabor y el olor que desprendia.
Al mismo cabrero se le encargaba el chivito que ya te lo traía preparado y cortadito al dia siguiente. La suerte que el padre de mi padrino tenía una gran piara de cabras en La Pelusa (el camino que desde El Palo subía hacia el pueblo de Olías); por lo que mi madre tenía fácil conseguir esos productos.
Aunque hoy en dia, con coche se tarda quince minutos, en aquella época era toda una odisea llegar hasta alli, una hora para ir y otra para volver; si era invierno y con el frio o lluvia tenía un pase, pero en verano con el calor y el solindronco (el sol, dejandonos todos sus rayos, con toda su fuerza) era terrible llegar; pero el sabor de la leche y de la carne merecía la pena, independientemente de poder darles de comer (era en lo que yo me entretenía, con miedo de que hubiese alguna trompicona) habas secas, y algarrobas, que era el complemento que les daba el abuelo, a lo que comian las cabritas por el campo.
Así que recordando, en parte, esos sabores he preparado estas chuletitas de cerdo (que no de chivo); por cierto, acompañar de unas patatitas a lo pobre.
En una sartén con un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra poner las chuletas y una cabeza de ajos (estos sueltos y cortados por la mitad sin llegar a partirlos, que queden enteros) y dorarlos, con cuidado de que no se quemen, salándolos al gusto.
Añadir un vaso de vino blanco, dejar reducir unos minutos y agregar un chorreoncito de vinagre de vino blanco, orégano, un vaso de agua, pimienta negra en grano y dos o tres hojas de laurel. Dejar hervir a fuego lento, que hasta que reduzca el caldo, dándole vueltas de vez en cuando a las chuletas.
Disfruten la salsa con una buena hogaza de pan, sintiendo que Málaga no solo es "pescaito" frito.
Buen provecho
4 comentarios
Hola guapísiam interesante receta y con el adobo que le has dado debe estar genial.
ResponderEliminarCuando yo era pequeña mis padres tenían un huerto y los vecinos muchas cabras, cabritos, chivos y mass... y vendian la leche y la carne, aunque como hace tanto tiempo no me acuerdo muy bien de su sabor pero segurop qeu me gustaba porque el queso me chifla.
besitoss gupaaaaa
Seguramente con carne de chivo era mucho más sabroso este plato, pero aún así ha de estar rico.
ResponderEliminarBesos y buen fin de semana.
Me encanta el adobo. Seguro que estas chuletitas estaban divinas...mmmmm...
ResponderEliminarBesitos y feliz finde.
;-D
Siiii, Carmen, voy ya mismo por un pancito...
ResponderEliminarBesos !
Muchas gracias por visitar "Mi cocina", por escribir un comentario, lo cual me anima a continuar compartiendo lo que se cuecen por mis fogones y lo valoro enormemente.
Si tiene alguna duda o consulta, indiquelo, contestaré lo antes posible.