VERDURAS AGRIDULCES CON ANACARDOS
El día había sido sumamente intenso y aún quedaban dos horas para la cena. Yo ya estaba preparada, me acababa de arreglar y prefería esperar en el bar del hotel tomándome una copa mientras escuchaba la voz armoniosa de aquella cantante que micrófono en mano se apoyaba en el piano de cola, entonando románticas canciones al compás que marcaba el pianista en el teclado.
Desde mi cómodo sillón podía observar cada detalle del espectacular y lujoso lobby del Hotel Sol Twin Tower, donde estábamos alojados.
En aquel, mi segundo viaje a Bangkok, corría el año 1995, Febrero concretamente y en aquella época era seguramente uno de los mejores hoteles de la “Ciudad de los Ángeles”, un clásico entre los clásicos, elegante y lo que era importante, de la cadena Melíá.
Aún, a pesar de la hora, en la entrada, dos thailandesas magníficamente ataviadas con el traje local, daban la bienvenida en la puerta interior del hotel realizando el saludo tradicional llamado “Wai”; juntando ambas las manos, colocándolas a la altura del pecho y realizando una leve inclinación bajando ligeramente la cabeza.
El ambiente era relajado, tranquilo y sumamente agradable. Apuraba mi copa cuando le vi bajar los peldaños de la escalera que llevaban hasta el hall donde sabía que yo le esperaba ansiosa e ilusionada.
El pianista ojeaba su partitura y la cantante a su lado le miraba intentando adivinar la canción y comenzar a entonar la siguiente pieza; me acerqué a ellos, saludé uniendo mis manos, con mi mejor sonrisa y les dije: Can you sing and play Killing me softly….of Roberta Flack?
Y aquella melodía era tecleada suavemente a la par que la dulce voz comenzaba a cantar mientras mis pasos se dirigían hacia mi mesa. Él me miraba, sonreía y mi corazón palpitaba al unísono del piano. Le señalé con mi dedo susurrando: va por y para ti.
Dicen que cada lugar tiene algo especial para recordar y la música es una de las llaves de entrada a ésos recuerdos que se encuentran alojados en nuestra memoria. Canciones que nos llevan a un lugar, a un momento, que nos evocan recuerdos y despiertan sentimientos, canciones que pedimos ¡¡ tócala de nuevo Sam…!! Porque nos hacen felices.
´Melodías que nos hacen soñar, revivir, que determinan un momento preciso de la vida, al igual que ocurre con la cocina la música nos despiertan los aromas, también los sabores, emociones, lugares y se convierten en una alegoría de un momento pasado, que en mi caso recuerdo con amor y pasión.
Hoy vuelvo una vez más, escuchando y entonando aquella vieja canción a Thailandia, mientras cocino uno de los platos de su rica gastronomía: VERDURAS AGRIDULCES CON ANACARDOS.
La gastronomía tailandesa es picante y muy condimentada, sazonada con muchísimo ajo y chiles y una mezcla peculiar de zumo de lima, hierba limonera y cilantro fresco. Otros ingredientes habituales son: galanga, albahaca, cacahuetes molidos, zumo de tamarindo, jengibre y leche de coco. El pilar de los platos tailandeses son las salsas de pescado, la pasta de camarones y, por supuesto, el arroz, que se come prácticamente con todo.
La cocina tailandesa mezcla cinco sabores fundamentales: dulce, picante, agrio, amargo y salado. Y pienso que ésta receta reúne cada uno de ésos sabores fundamentales en la cocina tradicional de ése país de mis sueños: THAILANDIA. ¿Probamos a viajar gastronomicamente con ésta receta?
¿CÓMO LO HICE?
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
Dos cucharadas soperas de aceite de cacahuetes, una cucharada de aceite de guindilla (opcional si no gusta mucho el picante. Hoy opté por mi dieta especial por aceite de oliva virgen extra), media cebolla grande (tipo cebolleta), una zanahoria, medio calabacin grande, seis champiñones tipo Portobello (en su defecto blancos), un pak choi mediano (col asiática que parece una acelga. Hoy en día se puede comprar en cualquier supermercado o en tiendas orientales especializadas), dos cucharadas pequeñas de azúcar moreno, una cucharada de vinagre de arroz, diez anacardos, una cucharada de salsa de soja y otra de salsa teriyaki (la receta original es con salsa de pescado que igualmente se puede conseguir en establecimientos orientales o grandes superficies) .
LOS PASOS A SEGUIR:
Pelar la cebolla y cortarla en juliana. Pelar el calabacin y la zanahoria, cortando ambos en rodajas.
Lavar bien el pak choi, secar y cortar en cuatro trozos. Limpiar con un paño los champiñones y cortar en láminas.
En una sartén o wok echar una cucharada de aceite de sésamo y dorar los anacardos. Sacar y reservar.
En el mismo recipiente echar el resto de los dos aceites y saltear a fuego fuerte la cebolla hasta que comience a estar tierna. Incorporar el calabacín y la zanahoria e ir salteándolos, removiendo, durante dos o tres minutos.
Añadir los champiñones, el pak choi, el azúcar, la salsa de soja y teriyaki, el vinagre de arroz y rehogar durante uno o dos minutos más.
No viajamos para escapar de la vida, viajamos para que la vida no se nos escape.
Thai, siempre Thai.
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