PALMERITAS DE HOJALDRE

Hay quien dice que sólo podemos recordar en blanco y negro, como si de una película de aquellos mismos años, de la década de los años 50 principio de los 60, se tratara nuestra vida. Como si la vida de aquellas personas como yo, nacidas a mediados de los años 50 no hubiese tenido otro color.
Yo recuerdo aquella época de mi vida, como cantaba Marisol, llena de luz y de color, aunque no fuese una “Tómbola”; años felices centrados en jugar y estudiar. Cierro mis ojos y me veo a mis siete, ocho y nueve años con mi uniforme del colegio de niñas en Carranque, todas iguales, con unas batas mil rayas de batista tiesa, listada de azul, con un cuello de solapas blancas y ovaladas en el que se anudaba un hermoso lazo azul marino. Nos llamaban las “muñequitas de azulejo” haciendo alusión a aquel terrón de polvo compacto de color azul añil, que usaban nuestras madres para darle esplendor a la colada de ropa blanca.

Cierro los ojos y escucho la algarabía, las voces, las risas y las carreras a la hora del salir al patio, era una explosión de vitalidad, deseando organizar nuestros juegos de forma espontánea. ¿Juegas a la rueda? ¡¡ Oye tengo una cuerda !! ¿Jugamos a saltar la comba? Me he traído mi caja de cromos ¿Y tú?

Cada grupo, en cada juego, entonábamos nuestras retahílas y canciones que aprendíamos sin darnos cuenta: “el patio de mi casa es particular…” “Donde están las llaves matararile, rile, rile….” “ Al pasar la barca, me dijo el barquero……” “ San Juan de Villa Naranja, lo bien que canta….”

Mientras nos llegaba desde la puerta de la cocina el inconfundible olor de aquella leche en polvo americana que diluían en agua e iban calentando en un caldero, removiendo con grandes paletas. Aquella olla la depositaban en una mesa donde había apilados vasos de plástico de colores, que llenaban con un cucharón y que obligatoriamente, puestas en fila teníamos que ir cogiendo. ¿la quieres con espuma o sin espuma? Me preguntaban mientras me daban uno de aquellos vasos con aquel líquido que no podía ni oler. ¡¡ Yo no quiero !! Yo he desayunado, no me gusta, no me la voy a beber. Y la gran mayoría de las veces se la daba a alguna compañera.

Solía llevar en una bolsa de tela, una “taleguita” con mi nombre, primorosamente bordada por mi madre, una cuchara, azúcar o cacao en polvo, con los que intentaba por todos los medios poder beber ése contenido que aborrecía, que me resultaba repugnante nada más acercar a mis labios aquel tibio liquido con grumos que aún hoy en día se encuentra grabado en mi memoria.

Mis “meriendas” eran en aquellos recreos infantiles una naranja, una mandarina, un plátano….un pedazo de pan con chocolate. No existía en mi dieta dulces industriales, como mucho unas galletas “María” o una torta de aceite, de almendras de Algarrobo.

Me vengo acordando de ésta historia, de mi niñez, de mis recuerdos de hace 60 años ¡¡ Ya ha llovido….!! Mientras preparo algún capricho para la merienda. Algo fácil, rápido que he querido compartir, porque todo no es cocinar durante horas; en un santiamén tendremos listas éstas PALMERITAS DE HOJALDRE
¿CÓMO LAS HICE?

INGREDIENTES:

Una plancha de hojaldre (con mantequilla) y azúcar.
LES CUENTO CÓMO LAS HICE:

Precalentar el horno a 200º C.

Abrir el hojaldre, ya viene en algunos casos estirados, en otros enrollados y colocarlo sobre el papel de horno que ya trae la propia masa.

En la mayoría de los casos, como en ésta ocasión, es un rectángulo; colocarlo sobre el papel con los lados más altos en vertical y espolvorear generosamente toda la superficie con azúcar.

Doblar los lados hacia el centro, de forma que queden dos lados iguales. Volver a espolvorear y plegar de nuevo, cada lateral hacia el centro. Con la ayuda del papel apretar un poco redondeándolo y poniéndole un poco más de azúcar.
Una vez que haya tomado la forma de un rulo, con un cuchillo cortar rodajas. Colocarlas en la bandeja del horno, sobre papel de hornear, separandolas entre sí. Aplastarlas con un cuchillo o con la palma de la mano.

Introducir la bandeja en el horno, aproximadamente unos diez minutos o hasta comprobar que están doradas.
En este momento, abrir el horno y con cuidado darles la vuelta a todas las palmeritas, espolvorear con un poco más de azúcar, dejando que se horneen unos dos o tres minutos más.
Con éste color dorado, crujientes, recién horneadas son un bocado exquisito….
¿Jugamos a las cocinitas? ¿Merendamos?  Vuelvo a mi niñez, recordando, canturreando viejas canciones infantiles, pero sin leche en polvo.

6 comentarios

  1. Qué bonitos recuerdos de cuando íbamos al colegio, me ha venido a la memoria cuando rezábamos para salir y para entrar, y cuando cantábamos por mayo "con flores a María", y es que las palmeritas son un clásico tan antiguas como nuestros recuerdos y tan ricas como siempre!!
    Besos Toñi!

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    1. ¡¡ Con flores a María, que madre nuestra es....venid y vamos todos !! Tenemos los mismos recuerdos y añoranzas de una época ya perdida y olvidada. No las iba a publicar, es tan fácil, tan normalitas....pero me dije ¿y por qué no? si lo importante para mí también es escribir. Un fuerte abrazo Toñi.

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  2. Hola, yo tengo recuerdos muy bonitos de mi niñez, rodeada de mucho cariño por parte de mis abuelos y de mis padres... Somos ricas y afortunadas querida Toñi. Esas palmeritas se ven deliciosas, para recordarlas con el mismo cariño. Un beso enorme!!!

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    1. Esos recuerdos maravillosos son la base de nuestra vida, son tesoros que nos acompañan en cada momento y que se reflejan en nuestros actos, en el día a día, hasta en el más minimo detalle. También en la cocina. Gracias preciosa por estar siempre en ésta tu cocina. Buen fin de semana.

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Muchas gracias por visitar "Mi cocina", por escribir un comentario, lo cual me anima a continuar compartiendo lo que se cuecen por mis fogones y lo valoro enormemente.
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