REVUELTO DE BATATA Y MORCILLA CON PASAS Y PIÑONES

Aún resuena en mi mente sus palabras, me contaba las penurias de su niñez, de su juventud más temprana; relataba las dificultades de aquella vida, dura, difícil, la de mis abuelos, de sus hermanos, sobre todo del más pequeño, su hermano Pepe al que adoraba. Corrían los años de la guerra y de la posguerra, Paca, mi madre trabajaba ayudándole a mi abuela quien era “pantalonera”, cuando no había “faena” en las fábricas conserveras de pescado; su costura era apreciada por toda la barriada de El Palo, 
Mi abuelo Antonio, marengo aportaba lo que podía sacar de la mar, una vez repartido el pescado sacado del copo; ayudado por sus dos hijos, no todos los días se podía echar la jábega a la mar y no siempre las redes sacaban ésa plata, ésos chanquetes, boquerones, sardinas o jureles que les servían de sustento. Aunque siempre podía quedar un poco de morralla que llevar para la familia.

Pasaba hambre. Todo el barrio, todo El Palo pasaba hambre. Gran parte de la población de aquella Málaga de posguerra, de carestía, de cartilla de racionamiento, de estraperlo pasaba hambre, un hambre feroz, ésa "jambre" que era la consecuencia de lo que a ella más le dolía, los "flatos" de su hermano pequeño .

Lo que contaba de aquellos años mi madre, se completaba con sus recuerdos de los sufrimientos y miedos por el ruido de los cañonazos que caían desde los cielos malagueños o desde los barcos de guerra anclados en la Bahía; de los sabañones de frío, de calentarse en el frio invierno con la copa de cisco, de cocinar con carbón, de la carencia de los alimentos, de no poder comprar lo más necesario a pesar de que toda la familia trabajaba de sol a sol…incluso en los en las oscuras noches, con los sardinales que se adentraban en la mar. La pobreza era patente en aquella sociedad, en aquellos años que les tocó vivir.

Años en los que productos hoy en día casi olvidados eran básicos para la subsistencia: arencas, algarrobas, garbanzos fritos con los que hacían harina; la cebada que se tostaba sobre una sartén y se molían para hacer ése sustituto del café que se endulzaba en el mejor de los casos chupando un caramelo que compraban cuando podían con una perra chica.

Aún me parece escucharla decir aquella frase que repetía cada vez que cocía para nuestro deleite, en los días otoñales, castañas y batatas ¿Cuánta hambre nos quitaron las batatas?

No hay que dejar caer en el olvido la carencia grave de alimentos que vivieron nuestros mayores, y mucho menos aquellos que le sabían a gloria. Las batatas en concreto, se convirtió en uno de los productos más preciados ante la escasez de patatas.

La llamada “Papa rosa de Málaga” se introdujo en guisos como ingrediente principal incluso de las comidas. Crudas, fritas, cocidas, asadas, en cazuelas o potajes…..en éstas fechas es un manjar de mi cocina que me hace recordar sabores y aromas que me llevan a la cocina de mi madre.

He podido leer que fue uno de los primeros productos americanos llegados al viejo continente, donde se le denomina camote (del náhuatl) y boniato, de dudosa etimología. La conoció Colón en su primer viaje en Haití y en Málaga concretamente, según tengo entendido, se aclimató a las mil maravillas. Las ricas vegas de la Axarquía, concretamente la zona de Vélez Málaga puede presumir de haber sido “cuna” de las primeras batatas europeas, de la variedad más apreciada, la llamada Rosa de Málaga, que pasó a ser denominada “patata de Málaga”.

La verdadera patata, la “papa” que todos conocemos como tal, no llegaría hasta bien entrado el siglo XVI y su consumo no se generalizó hasta finales del siglo XVIII. Hoy en día, la denominación de “papa de Málaga” para definir la batata se ha perdido por completo.

Curiosamente, la palabra batata en el país vecino, en Portugal sirve para designar a la patata. Si patata era batata en el español del Siglo de Oro, batata es patata en el portugués de ahora mismo.

En cambio para los italianos, la batata es ‘patata americana’, en tanto que para ingleses (sweet potato), franceses (patate douce) o alemanes (susskartofel) es... patata dulce.

Bueno: dulce sí que es. Ahora bien, ¿patata...? Dos cosas tienen en común batatas y patatas: ambas son tubérculos, ambas crecen bajo tierra. Y hasta ahí. Ni siquiera son parientes. La patata es una solanácea, como el tabaco, el tomate o el pimiento. La batata, en cambio, es nada menos que una convolvulácea.

Al igual que hacían mis mayores para su sustento, tímidamente, vuelve a aparecer la batata, la papa rosa de Málaga, en mis platos, en guisos, frita, asada, cocida...Las llamadas patatas dulces, boniato, moniato, pataca, papa dulce y papa rosa de Málaga dan un toque de color, de un naranja vivo, y un contraste de sabor, un punto dulce, que queda perfecto.

Hoy, con ella, he preparado y comparto ésta receta: un revuelto que mi madre “bordaba” aderezando las batatas fritas con las morcillas del terreno, la tradicional malagueña. A la que yo le he añadido pasas y piñones.
¿CÓMO LA HICE?

INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:

Una batata mediana, un huevo de tamaño grande o dos pequeños, un trozo de morcilla tipo rondeña (especiada y con manteca “colorá”), piñones y pasas de uvas moscatel, sal, aceite de oliva virgen extra, una ramita de cilantro fresco (en su defecto perejil).
LOS PASOS A SEGUIR:

Quitar la piel a la morcilla y desmenuzar. Reservar. Pelar y cortar la batata en trozos pequeños.
En una cacerolita o sartén, pintada el fondo con un poco de aceite de oliva, dar un punto de calor a los piñones y a las uvas pasas con cuidado de que no se lleguen a quemar. Retirar del fuego y reservar.
En una sartén echar abundante aceite de oliva virgen extra y freir las batatas hasta comprobar que están tiernas. Sacar y reservar sobre papel de cocina para que éste absorba el exceso de aceite.
Retirar el aceite de oliva de la sartén y en el mismo recipiente echar los trozos de batata, la morcilla desmenuzada, los piñones y las pasas. Salar al gusto y a fuego lento remover durante un minuto, o hasta que la morcilla cambien de color.
Batir el huevo, añadir una pizca de sal  y añadir al revuelto, remover hasta conseguir que cuaje.
Servir caliente, incorporando los trozos de cilantro fresco.
¡¡ Buen provecho !!
Por ella, por mi madre....quien éste mes de Noviembre hace 39 años que nos dejó, pero que sigue viviendo en mi corazón y en mi memoria.

6 comentarios

  1. Una generación que pasó muchas estrecheces, pero supieron salir adelante cocinando lo que tenían para alimentar a su familia.
    El de hoy Toñi es un plato sencillo, pero lleno de sabores. La morcilla combina muy bien con los toques dulzones de las pasas y la batata y los piñones equilibran todo. Tiene los colores de un bosque en otoño.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una época que aunque no la hayamos vivido, la hemos escuchado contar con pesar a nuestros mayores y no debemos olvidar. Valorar lo que tenemos, como vivimos en la actualidad y dar las gracias cada día de nuestra vida. Tienes toda la razón, es una combinación que sorprende y no deja indiferente...y los colores, ésos colores otoñales que enamoran el alma.....Gracias, muchas gracias siempre. Feliz fin de semana.

      Eliminar
  2. Toñi, un plato delicioso, además de rico colorido y otoñal, me encanta .
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias mi querida y admirada Carmina.....me animas siempre con tus cariñosas palabras. Un abrazo.

      Eliminar
  3. Este palto tiene un color impresionante, desde luego que apetece meter el tenedor con solo verlo!!!Mil besos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mucho color y un sabor increible....como bien dices apetece meter el tenedor y disfrutar de éste plato tan popular. Besos preciosa y gracias miles.

      Eliminar

Muchas gracias por visitar "Mi cocina", por escribir un comentario, lo cual me anima a continuar compartiendo lo que se cuecen por mis fogones y lo valoro enormemente.
Si tiene alguna duda o consulta, indiquelo, contestaré lo antes posible.