POLLO AL HORNO EN SALSA DE MANDARINAS Y VERMOUTH

Un mes, 6 días y unas cuantas horas sin publicar en el blog, en éste libro de bitácoras llamado “Mi Cocina Carmen Rosa”. Impensable, inaudito, increíble, raro y a la vez angustioso para mí en éstos casi 15 años en los que comencé a escribir y compartir por éstos caminos virtuales, historias, vivencias hasta llegar a una receta de cocina.

En éstos largos días en los que las fechas navideñas han sido determinantes, he de reconocer que mi mente, mi cabeza, mi corazón y mi tiempo se han ido yendo por los derroteros familiares, concretamente dirigidos sin lugar a dudas sobre todo a mis nietos, mis dos mellizos, mi niña y mi niño que en unos días cumplirán diez meses.   Y hace una semana escasa, una nueva nieta: Maria del Mar.

Las ideas para escribir la introducción se quedaban trabadas, sin letras, sin “historietas” que contar cuando me sentaba en el ordenador y mis dedos tocaban el teclado; la inspiración, las ideas no se lanzaban, las musas me abandonaban y la pantalla quedaba en blanco.

Mi inspiración daba vueltas y más vueltas, bulliciosa, alegre, recordando abrazos, risas, canciones infantiles; sus caritas, sus miradas y sus sonrisas cautivadoras que quiero relatar pero las teclas no se lanzan. Hoy me animo a intentarlo, recordando cómo a ellos, a mis muñecos, les gusta la fruta, especialmente las mandarinas; serán recuerdos hermosos, a los que me agarro escuchando sus vocecitas, aspirando el aroma mientras quito la piel o las voy cortando y haciendo zumo. Sus caritas mientras la van masticando y descubriendo su sabor que se convertirá en referentes en sus gustos culinarios y pienso “ ahora sí”, ahora voy a escribir… sobre las “mandarinas” y contaré la receta que más ha cautivado a mis comensales en éstos últimos días festivos:

¿O debo decir como mis mayores: mondarinas?

Dicen que las mandarinas son las “hermanitas” pobres de las naranjas, pero para asombro de muchos y el mío propio he podido leer que mientras la mandarina y la naranja comparten el mismo origen oriental, la principal diferencia es que sólo la mandarina puede decir que es un verdadero cítrico original. De hecho, todos los tipos de cítricos que se conocen descienden solamente de tres progenitores: la mandarina, el cidro y el pomelo.

Pese a ser uno de los cítricos más antiguos del mundo, el cultivo de la mandarina en España comenzó en 1845 como una rareza digna de un jardín botánico.

Las diferentes variedades de mandarinas se agrupan en tres tipos: clementinas, satsumas e híbridos de mandarino. El tipo de mandarina más conocido y consumido es la clementina, cuyo origen procede del mandarino común, y se caracteriza por tener un tamaño algo más reducido que el de las mandarinas convencionales. Por lo general las clementinas no tienen semillas, son muy jugosas, tienen un sabor más dulce y lucen un color naranja bastante fuerte. La segunda variedad de la mandarina son las satsumas, que son de origen japonés y se cultivan principalmente tanto en el país nipón como en España, que es uno de los países más consumidores de esta clase de mandarina. Y en tercer lugar tenemos los híbridos del mandarino: Clemenvilla, Murcott y: Nardorcott.

Tengo entendido que fue en Málaga donde encontró su lugar idóneo en Europa, donde comenzó hace unos 180 años su producción en el Valle del Guadalhorce

En nuestros mercados, en nuestras fruterías están expuestas bien a la vista, empaquetadas, en redecillas, sueltas con sus hojas verdes aún frescas, sueltas, despidiendo un maravilloso aroma que me invita a comprarlas, que perfuma mi cocina, mis manos mientras quito su piel y me hace volver a mi niñez. También a éste maravilloso presente disfrutando como mi nieto Noah las saborea y mi nieta Naiah juega con sus gajos….

Por cierto, dicen que es cuestión de temporada, pero la clementina nos llega más tarde que la mandarina ¿será por aquello que dicen de que lo bueno, se hace esperar?

Con ellas, con un buen vermouth malagueño y un toque oriental de soja, recordando su origen oriental, preparo ésta receta: POLLO AL HORNO EN SALSA DE MANDARINAS.

2 muslos de pollo, una cucharada sopera de jengibre fresco rallado, seis cucharadas soperas de azúcar moreno, una cucharada mediana de sal, el zumo de dos mandarinas, una mandarina cortada en rodajas, un vaso pequeño de vermouth, dos cucharadas soperas de salsa de soja y una cucharada sopera de Maicena (especial para espesar.

Precalentar el horno a 180º C. Secar bien el pollo y colocarlo con la piel hacia arriba en una bandeja especial para hornear y colocar alrededor las rodajas de mandarinas.

En un cuenco echar el azúcar moreno, el zumo de las mandarinas, el jengibre rallado, la soja, el vermouth y remover bien hasta que el azúcar esté lo más diluido posible. 

Salar al gusto y echar en la bandeja de horneado sobre los muslos de pollo.

Introducir en el horno, calor arriba y abajo, a media altura. Ir regando la carne de vez en cuando. Cuando se compruebe que está dorada, dar la vuelta a fin de que se dore por el otro lado y dejarla hacer hasta comprobar que está hecha (va en función del tamaño de los muslos y del horno en sí).

Volver a darle la vuelta a fin de que la piel se dore al gusto. 

Una vez dorado, sacar de la bandeja los muslos de pollo y las rodajas de mandarinas y pasar la salsa a una cacerolita. Volviendo a pasar la carne y los trozos de mandarinas a la bandeja, introduciendolos en el horno ya apagado para mantener caliente.

Llenar medio vaso mediana con agua y diluir la maicena (el espesante). Poner la cacerola al fuego, llevar a ebullición y añadir la maicena diluida en agua, dejar hervir hasta conseguir la consistencia deseada.

A la hora de servir, colocar en el plato el muslo de pollo, rodajas de mandarinas y salsear generosamente.