CAZUELA DE ARROZ CALDOSO CON BROTOLAS Y GAMBAS ROJAS
Ya no quedan marengos en el Palo….ya no hay pescadores, pero aún viven en nuestro recuerdo, en nuestra memoria, en quienes conservan el ancestro heredado de muchas generaciones, en quienes se reflejan en los ojos cuando miramos al mar, donde se conserva las imágenes de aquella gente de conciencia tranquila y pureza altiva de una época quizás no tan lejana….
En aquellos años finales de los 50, principio de los 60, vivían en las hileras de casitas blancas y bajas, frente a la casa de mi abuela, cruzando las vías del tren. La casa de mi tío Antonio, lindaba con la casa familiar de los “Rosillas”, junto a La Lonja; casas blancas, encaladas de tejas morunas que se asomaban al cristal de las aguas de ése mar donde se buscaban la vida. Donde llegaban los aromas del salitre y el rumor de las olas rompiendo en el rebalaje, haciendo brillar la negra arena de la playa.
De jabegote pasó a ser patrón de un pequeño barco pesquero llamado “Mari Feli Feriche”. Cuantas tempestades, cuantos golpes de mar soportarían aquellos hombres dentro de aquél barco sin desfallecer, cansados y agotados tras la titánica lucha que debían mantener durante días y noches en aquel barco que era su hogar durante meses sin volver a puerto y que a fuerza de luchar con las marejales, de hundirse y volver a salir a flote en aquellos mares africanos, los marineros apodaron “El Submarino”.
Y con peces “arrancados” a la mar, él como en el barco, cuando llegaba a tierra le gustaba cocinar aquellos calderos que probablemente aprendió de los marineros embarcados con él y venidos como la “Mari Feli Feriche” (su armador era de Alicante) desde las costas alicantinas.
Quizás ahí, es donde encontramos los orígenes de muchas de las recetas populares, tradicionales paleñas, las que cuya base tenían un maravilloso caldo hecho con pescados de descartes, hoy en día "morralla".
Cientos de años atrás El Palo era un despoblado, unas tierras arrastradas por las corrientes de sus dos arroyos, El Gálica y El Jaboneros que delimita la barriada malagueña. Comenzaron a llegar barcos de Cataluña, Valencia, Alicante y de la costa de Almería que hacían en su bahía “las cuatro estaciones”. Se establecían en las orillas de aquella cala que con el tiempo llamaron El Palo, hacían dos o tres estaciones y volvían a marcharse a sus tierras de origen.
La gente de la mar, los marengos tenían cuatro estaciones, de tres meses cada una, llamadas “verano”, “cuenta de los Santos”, “cuenta de Navidad” y “el Carná”. Aquellos primeros pescadores, marengos, paleños se establecieron en ése lugar rico en pesca durante todas las estaciones del año.
Quizás ahí, es donde encontramos los orígenes de aquellas recetas marengas, de gente humilde, sencilla, trabajadora, aquellos marengos, paleños, hombres y mujeres que supieron vivir de la mar, cenacheros, pescadores, pescaderos, calafates, de aquel Palo de bodegas y tabernas, de barriles, de “fridós”, de la Málaga de los cantes por jabegotes, bulerías y malagueñas…de una cocina de subsistencia, de recetas con los productos que daba la mar, las huertas regadas con las aguas de los pozos, tierra que fertilizaban con el “guano” de las tripas y cabezas de los pescados.
Una cocina popular que ellos nos dejaron como herencia inmaterial de una cultura milenaria que sin darnos cuenta se va perdiendo y va cayendo en el olvido.
Aquellas recetas, la de mi bisabuela Clementa, mi abuela Maria del Carmen y mi madre Francisca, hoy me sirven como base de una receta que lleva meses, muchos meses esperando en mis archivos la oportunidad de poder salir por ésta ventana al mundo, que aquél día 1 de ABRIL del 2009 se abrió al mundo virtual y poder compartir los ingredientes, el paso a paso con quienes visitan ésta cocina virtual llamada MI COCINA CARMEN ROSA.
¿CÓMO LA HICE?
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
10 gambas rojas, 8 brótolas, un tomate grande maduro, una cebolla mediana blanca dulce, un pimiento rojo, dos hojas de laurel, cuatro clavos de olor, sal, aceite de oliva virgen extra, azafrán (en su defecto colorante alimentario), una cucharada sopera rasa de pimiento molido (pimentón dulce), cuatro dientes de ajo, medio vaso mediano de arroz bomba (dos “puñaitos” por comensal) y agua.
LOS PASOS A SEGUIR:
Pelar las gambas rojas, reservar la carne retirándole el hilo intestinal. (Pueden dejar una gamba entera como decoración del plato)
En una cacerolita cubrir el fondo con aceite de oliva virgen extra, echar las cabezas y las pieles junto con el clavo y las dos hojas de laurel e ir pochando a fuego medio, mientras las van aplastando a fin de que suelte todos sus jugos.
Incorporar las brótolas cubriéndolas con unos dos litros de agua aproximadamente. Llevar a ebullición y dejar cocer.
Mientras picar el pimiento, la cebolla y los ajos en trozos pequeños. Rallar el tomate.
Cubrir el fondo de una sartén con aceite de oliva virgen extra e incorporar las verduras, e ir friendo a fuego medio procurando que no se lleguen a quemar; una vez que comience la cebolla a clarear añadir el tomate y dejar que se vaya haciendo todo el conjunto. Añadir el azafrán y a continuación el pimentón.
Pasar la fritura al vaso de una batidora con un poco del caldo de la cocción del pescado y a máxima potencia, dejar una masa lo más fina posible.
añadir el refrito pasado por la batidora, llevar a ebullición y en ése momento echar el arroz. Salar al gusto.
Dejar cocer unos veinte minutos aproximadamente (irá en función del arroz que se use) y echar las gambas rojas, apartando del fuego inmediatamente. Se cocerán las gambas con el calor residual.
Platos sencillos, marengos, con productos de la mar y de las huertas malagueñas, que tal y como los presento se puede convertir en un plato de fiesta, de celebración…..¿no creen?
1 comentarios
Woww Q pinta 🩷🩷
ResponderEliminarMuchas gracias por visitar "Mi cocina", por escribir un comentario, lo cual me anima a continuar compartiendo lo que se cuecen por mis fogones y lo valoro enormemente.
Si tiene alguna duda o consulta, indiquelo, contestaré lo antes posible.